Se supone que los juegos de cartas nacieron en China en el siglo XII, de donde pasó a Oriente Medio y, desde ahí, a Europa. Pero aunque nacieron como modo de entretenimiento y de distracción para las horas de ocio de todas las clases sociales, los gobernantes se dieron cuenta pronto de los peligros que suponían para el orden público cuando no se controlaba su uso, mientras que los moralistas les achacaron toda suerte de males para la sociedad, al considerarlos “un vicio que lleva a la intranquilidad de las familias, envilece los pueblos y destruye el orden moral».
Carlos III fue uno de los monarcas más rigurosos en cuanto a la persecución de los juegos de azar y suertes. Por una Real Cédula de 1763 se prohibía, entre otros, los juegos de naipes que fueran de suerte y azar y, en contrapartida, se instituía la “Real Lotería”, un nuevo juego regulado legalmente que él había permitido durante el tiempo que fue rey de Nápoles. Además, al ser monopolio real, los fondos recaudados servían para engrosar el Real Erario. Sin embargo, la prohibición no tuvo el resultado previsto y en 1771 se tuvo que promulgar una Pragmática Sanción por la que se prohibían tajantemente los juegos de embite, suerte y azar, se perseguía a todos aquellos que los practicasen; en cambio, se alentaba al púbico a que jugara a la Lotería.
Durante el siglo XIX se hicieron muy populares en España diferentes juegos para practicar “en sociedad”, entre ellos, el “Tresillo” y el “Mediator”, en los que se empleaba la baraja española y de los que se editaron numerosos manuales para enseñar cómo se debían jugar. También se imprimieron obras sobre cómo jugar a la lotería y a otros juegos de azar, en los que se muestra la complejidad que llegaron a tener. De todas formas, el juego siguió siendo una preocupación tanto para los legisladores como para los moralistas.
- Pragmatica Sancion en fuerza de ley, prohibiendo los juegos de embite, suerte y azar, que se expresan, y declarando el modo de jugar los permitidos. Sevilla, Imprenta Mayor de la Ciudad, 1771.
- Consuelo de jugadores, aviso de divertidos, instruccion para todos: Mesa de juego. Dispuesta por…” de Fr. Pedro Miravete y Moya. Zaragoza, José Fort, s.a. (c. 1756). Diatriba moral y religiosa contra el juego cuando se convertía en una actividad propia de tahures, repleta de fullerías, tretas y engaños, que sólo traía consecuencias negativas para las familias y para la sociedad en general.
- Reglas y leyes que se han de observar en el juego del Mediator, con algunas instrucciones faciles para que qualquiera pueda aprenderlo por sí mismo, y tambien las del juego español llamado Hombre, y de todos los demas que de éste se han formado comparados con el Mediator, que es uno de ellos. Por un aficionado. Corregido en esta quarta edicion. Madrid, Imprenta de Fuentenebro y Compañía, 1807.
- Nuevo arte de jugar a la lotería. Colección completa de los mejores tratados sobre este juego. Valencia, por Ildefonso Mompie, 1830. Con láminas y grabaditos entre texto. Edición que recoge una serie tratados como El buen jugador de lotería, Las tablas del enlace y dependencia de las extracciones, El mago de Tecumán o La luna lotérica o La cábala de Rutilio Benincasa, que demuestran no solo la variedad y complejidad a la que había llegado el juego, sino también la aceptación popular que tenía la lotería. Hay que destacar las ilustraciones que acompañan a los textos, entre ellas, la famosa figura de “El fanático por la Lotería o El Enano Afortunado”, vestido con un traje adornado con las combinaciones de la lotería.
- Manual del jugador del tresillo, o reglas y esplicación de lo mas probable en los azares de este juego, con las leyes penales generalmente seguidas. Por D.V.A. Madrid, Alejandro Gómez Fuentenebro, 1845.
- Nuevo manual del juego del Tresillo. El más completo y necesario para el jugador entre los publicados hasta el día, por A.G.Ch, de Antonio Gallego Chaves. Madrid, Saturnino Calleja, 1902. 10,5 cm. 108 págs. Cabeceras fotográficas al comienzo de cada capítulo. Portada y textos a dos tintas, éstos van enmarcados por una orla. Encuadernación editorial en tela estampada en oro y negro, cortes dorados. Preciosa edición de lujo, en magnífico estado de conservación, diseñada para llevar fácilmente en un bolsillo.