Un influyente tratado barroco dedicado a la perspectiva

Estamos celebrando la XXII Semana Internacional de la Arquitectura y la librería se suma a este acontecimiento mostrando un magnífico tratado barroco dedicado a la perspectiva, para uso de arquitectos y pintores, redactado por el jesuita italiano Andrea Pozzo, considerado como uno de los maestros de la arquitectura fingida del barroco.

Perspectiva Pictorum et Architectorum = Prospettiva de’ Pittori ed Architetti

Roma, Giovanni Zempel, 1741. 2 vols. En total, la obra lleva 225 bellos grabados calcográficos de Teodoro ver Cruys, Jean Charles Allet, Giovanni Girolamo Frezza y del propio Pozzo, que van acompañados por los textos explicativos en latín e italiano. 

El tratado se publicó en dos volúmenes en Roma en 1693 y 1698 y está considerado como una de las primeras obras dedicadas a la perspectiva arquitectónica para uso de pintores y arquitectos. En él, Pozzo recogió todos sus conocimientos como pintor, arquitecto y escenógrafo y los aplicó en el desarrollo de la técnica de la “Quadratura”, fundamental para dibujar con perspectiva elementos arquitectónicos y pictóricos, desde los más simples y esquemáticos a los más complejos, para que se pudieran ver perfectamente y sin distorsión desde varios puntos de vista, lo que implicaba poseer, además, amplios conocimientos de matemáticas y geometría. Gracias a ello pudo realizar obras tan espectaculares como la bóveda de la iglesia de San Ignacio en Roma, la de los jesuitas de Viena y la decoración del Palacio de Liechtenstein de la capital austriaca, entre otras.

La primera parte de la obra muestra los fundamentos de la perspectiva y el sistema de representar, según sus reglas, los elementos de los distintos órdenes clásicos, las distintas partes de las construcciones y las arquitecturas efímeras realizadas para edificios religiosos, teatros, cúpulas y sofitos. En la segunda parte, en cambio, Pozzo expone su método para la representación en perspectiva de arcos, teatros, cúpulas, altares, escalinatas, así como de iglesias de plantas variadas, fortificaciones y otros tipos de edificios. El tratado termina con una breve instrucción sobre la técnica del fresco para uso de decoradores y pintores de interiores.

La obra tuvo una amplia difusión a lo largo del siglo XVIII, tanto dentro como fuera de Europa, como lo demuestran sus numerosas ediciones y traducciones que conoció, aunque en el siglo XIX sería duramente criticado por los tratadistas neoclásicos. En España, tuvo gran influencia tanto en la enseñanza como en la obra de Antonio Palomino y en la del pintor y matemático Lucas Valdés.

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