Celebramos el Día Mundial de la Poesía con los versos de Francisco de Quevedo

El día 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía y, para conmemorar esta fecha, os hablamos de uno de los poetas más insignes de nuestro Siglo de Oro, Francisco de Quevedo, no sólo por los cerca de mil poemas suyos que se conservan, sino y sobre todo, por su inmensa calidad.

Se sabe que Quevedo murió mientras preparaba la edición de sus poesías y que fue su amigo José Antonio González de Salas quien, respetando la ordenación propuesta por el autor, las publicó en Madrid en 1648 con el título El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve Musas, en la que cada una de ellas tenía asignada una temática específica. Sin embargo, González de Salas murió en 1651, llegando solo hasta la sexta Musa, y fue entonces el sobrino del autor, Pedro Aldrete Quevedo y Villegas, quien retomó la edición del resto de poesías, publicándose finalmente en 1670 en Madrid bajo el título de Las tres Musas últimas castellanas. Segunda cumbre del Parnaso español.

Entre todas los poemas destacan los Sonetos, en los que podemos encontrar ejemplos que tocan los temas preferidos de Quevedo: composiciones burlesco-satíricas, en las que demuestra el dominio que tenía para criticar y reírse de los vicios y debilidades de la humanidad, centrándolos o personificándolos en sus enemigos; poesía moral y religiosa, en las que encontramos temas puramente barrocos como la brevedad de la vida, la angustia del paso del tiempo y la muerte como liberación del dolor, todo ello dentro de la perspectiva del estoicismo cristiano, o los sonetos de tema político, en los que critica el mal gobierno y describe la pésima situación de la España de su época.

Sin embargo, es en los sonetos amorosos en los que podemos encontrar los poemas más bellos y profundos de Quevedo. Son, además, muestra de la paradoja de su vida: si en lo personal destacaba por su misantropía y su misoginia, en cambio fue el gran cantor del amor y de la mujer. Hay sonetos dedicados al amor en general, como sentimiento y como “estado”, pero también los hay dedicados a las mujeres que, para él, representaban la idealización femenina: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora…. Quevedo consideraba el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, en el que el placer queda descartado y lo que cuenta es la hondura del sentimiento. El mejor ejemplo de ello está en el famoso poema Amor constante más allá de la muerte, uno de los sonetos más bellos de la literatura española, en el cual la muerte no vence al amor, pues éste permanecerá en el amante incluso tras el fin.

Destacamos una bella edición de sus Obras, publicada en Madrid, Joaquín Ibarra, 1772, que consta de seis volúmenes.

Cuenta con un retrato de Quevedo en el vol. I y nueve láminas, todo grabado por Joaquín Ballester según dibujos de Mariano Salvador Maella.

Bonita y pulcra edición preparada por Joaquín Ibarra, en la que los poemas de Quevedo se recogen en los volúmenes IV y V. Estos dos volúmenes sufrieron los rigores de la censura inquisitorial, siguiendo las indicaciones del Índice publicado en 1707 y de su reedición de 1747; en ellos, los versos expurgados se indican con líneas de puntos suspensivos.

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